Redacción
Bruselas (Euro).– El acuerdo con Estados Unidos que limita al 15 % unos aranceles que podrían haber sido del 30 % puede suponer un alivio a corto plazo para la Unión Europea (UE), pero añade más incertidumbre a la larga si sus promesas no se concretan en un pacto vinculante, advierten expertos.
El acuerdo político anunciado en Escocia el pasado 27 de julio por el presidente de EE. UU., Donald Trump, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, contiene aranceles que entrarán en vigor este jueves, una semana después de lo previsto.
El pacto fija además «aranceles cero» en diversos productos, así como compras estratégicas europeas valoradas en 750.000 millones de dólares de gas, petróleo, energía nuclear o chips de inteligencia artificial; inversiones en la economía estadounidense de 600.000 millones, y un incremento de las adquisiciones de material militar de EE. UU.
“El acuerdo comercial entre la UE y EE. UU. promete un alivio temporal, pero también dificultades a largo plazo”, resume la investigadora sénior y directora de las unidades de Política Económica y Empleo y Competencias del centro de estudios CEPS, Cinzia Alcidi.
Falta de concreción
La experta parte de la base de que es un “mal acuerdo” para la UE aunque supone un “avance positivo” en cuanto a que esquiva los aranceles de hasta el 30 %.
Para la Comisión Europea, el principal logro radica en que el 15 % es un tope —algo que, aseguran, no han conseguido otros socios comerciales—, y a esa cifra no se podrán añadir otras tasas.
No obstante, el CEPS alerta de que el verdadero reto está por delante, dado que están por concretar los detalles y aún no hay ningún documento vinculante, lo que abre la puerta a posibles interpretaciones “erróneas” o “divergentes”, como en el caso del reciente acuerdo entre Estados Unidos y Japón.
“Aunque este acuerdo aporta una sensación temporal de calma, necesitamos un acuerdo formal para establecer una certidumbre a largo plazo. Pero incluso eso puede no ser suficiente. Trump ha demostrado su disposición a revisar o abandonar los acuerdos que ha firmado”, apunta Alcidi.
Antes incluso de que haya entrado en vigor el acuerdo, Trump ya amenazó este martes a la UE con imponerle aranceles del 35 % si no invierte los 600.000 millones de dólares que acordó inyectar a la economía del país norteamericano.
En ese contexto, los expertos de CEPS no se aventuran a cifrar el impacto económico del acuerdo en la UE. Recuerdan, sin embargo, que la mayoría de las estimaciones apuntan a pérdidas mayores y precios más altos en Estados Unidos que en la UE.
Afirman que el consumo estadounidense sigue siendo sólido, impulsado por el rendimiento del mercado bursátil que aumenta los ingresos y el poder adquisitivo de los hogares, lo que puede amortiguar por el momento la demanda de productos de la UE.
Compensar a la industria sería “la mayor victoria de Trump”
En opinión de Alcidi, la UE debe evitar compensar a la industria europea por las pérdidas sufridas a causa del aumento de los gravámenes, porque hacerlo “supondría trasladar la carga de los aranceles estadounidenses de los consumidores estadounidenses a los contribuyentes europeos.”
“Eso no solo sería ineficaz desde el punto de vista económico, sino que también supondría la mayor victoria de Trump”, enfatizó.
En la misma línea, la vicepresidenta sénior interina y encargada de Innovación y Competitividad del centro de estudios German Marshall Fund (GMF), Penny Naas, afirmó que el pacto “puede que haya evitado aranceles estadounidenses más draconianos, pero los primeros detalles reflejan un revés para Bruselas en cuanto al fondo y al posicionamiento geopolítico”.
Desde su punto de vista, Trump superó a Europa al “exigir concesiones significativas y ofrecer a cambio poco más que un respiro” frente a la amenaza de aranceles más elevados, y le concede además una “ventaja significativa” en futuras negociaciones.
Destacó igualmente la “tendencia del presidente (estadounidense) a abolir o reescribir los acuerdos comerciales a su antojo”, lo que deja al orden comercial mundial sumido en la inestabilidad y “sujeto a modificaciones periódicas”.
Desde la asociación europea de consumidores, BEUC, alertan de que el resultado de esta disputa comercial afectará directamente a los consumidores no solo por las posibles subidas de precios, sino también por cuestiones más amplias relacionadas con “la interacción entre la política comercial, la protección de los consumidores y la responsabilidad democrática”.
Mientras, para la patronal europea, BusinessEurope, aún se debe encontrar una solución para “sectores importantes que parecen quedar excluidos del acuerdo”.
Los sectores excluidos
El pacto cerrado entre Von der Leyen y Trump no contempla por ahora aranceles para sectores como el farmacéutico y el de los semiconductores, pero ambos están pendientes del resultado de una investigación del Gobierno estadounidense.
Trump adelantó este martes que espera anunciar la semana próxima aranceles a los semiconductores y chips a nivel global, para forzar a que esos componentes de alta tecnología se fabriquen en Estados Unidos.
En cuanto a los productos farmacéuticos, dijo que en un principio el aumento de aranceles será pequeño pero que dentro de un año, “o en año y medio máximo”, se incrementarán al 150 %, a lo que añadió: “Y luego subirán al 250 %”, lo que contradice la expectativa de Bruselas de que, si se imponen aranceles a nuevos sectores, no superen el 15 %.
El acuerdo entre la UE y EE.UU. garantizaba además aranceles cero para una serie de “productos estratégicos”, entre ellos componentes aeroespaciales, determinados químicos, productos agrícolas, recursos naturales y materias primas, aunque todavía no se ha publicado una lista de los mismos.
